martes, mayo 16, 2006

Mi visita a Antuco





En estos días que se esta recordando la tragedia de Antuco, les quiero relatar mi paso por la zona durante el verano pasado.
Junto a mi suegro, cuñado y un primo, viajamos desde Los Ángeles de pesca a la Laguna del Laja, en busqueda de una "picada" para sacar salmones de gran tamaño.
Al llegar a la Laguna, comenzamos a avanzar por el camino hacia el refugio los Barros por la ruta internacional paso Pichachen.
De ida no nos percatamos de las huellas dejadas por los soldados muertos y las muestras de recuerdo que dejaron sus familias, nos preocupaba llegar al sector de pesca.
Cuando cruzamos los primeros Vaos, al costado del refugio nos acercamos a los militares que se encontraban trabajando en la construcción de un puente, de inmediato nuestra conversación se inició con ubicar la picada para pescar, en el dialogo no pude evitar preguntar al sargento que nos atendió sobre su experiencia de la reciente tragedia. Inmediatamente me responde que le tocó vivir la peor "pega" posible, entregar los cuerpos congelados a las familias y recibir con impotencia y rabia, las preguntas de como y porque pudo ocurrir algo como lo que estaban viviendo.
Pasada cerca de una hora, nos dirigimos al lugar de pesca, tuvimos que cruzar con dificultad los controles policiales, y seguir hacia la Argentina, cruzando los ríos que complican a todos los vehículos sin doble tracción. Al fracasar nuestro intento de sacar peces, determinamos volver hacia el inicio del río que desemboca en la Laguna, frente al refugio. Obviamente por lo tarde y el aumento del caudal quedamos atrapados en el río, esperando que los militares nos rescatarán con su envidiable camión, cosa que ocurrió cerca de las 21 horas, sin luz artificial y muy mojados con las heladas aguas cordilleranas.
No pude evitar comentar entre nosotros la comparación de soportar el frío que sentíamos y el frío que debieron enfrentar los soldados el reciente otoño.
Al llegar los militares, y sacarnos del agua, les pedimos permiso para acampar en el estacionamiento del refugio, al cabo de cinco minutos, el mayor mandó a invitarnos a quedarnos al interior del recinto, dado que con el frío que especialmente los menores estaban sintiendo, el refugio que disponía de habitaciones, literas, y ropa de cama, más un buen plato de sopa, nos permitío calentarnos rápidamente, como también sentir la hospitalidad de militares con mas sentido de humanidad, después de vivir lo pasado con sus camaradas soldados. Dormimos cobijados por las huestes militares(alguien pensará las vueltas de la vida Freddy)
Aún él día después nos regalaron un desayuno, con pan, café.
Nos despedimos de los milicos, con la convición de que sus muertos están presentes en su queacer diario, que la tosudez de un comandante les permitío estar mas humanos hoy.
Espero como chileno, padre, que en el futuro esta lección de dolor pueda modificar las normas pseudoprusianas aplicadas a los jóvenes, que en su totalidad hijos de familias humildes, trabajadoras.
Al volver y recorrer la ruta de la muerte, se nos aparecieron las cruces de colihue que en un principio nos costó descifrar su significado, dejadas para recordar el punto exacto donde cayó cada soldado muriendo inentendiblemente en tiempos de paz.
La cruz grande recuerda a Guillo, scout, hijo de profesora, es imponente, marca un hito en ese lugar con un paisaje desértico, también marca la diferencia social económica entre las familias.
Aquel día nos preguntabamos por que el ejercito, que recibe enormes sumas de dinero, no construyó un monumento en los píes del Volcán, recordando a sus muertos en véz de uno en el regimiento, eliminando de esta forma las diferencias que se perciben entre las distintas animitas que cada familia a erigido desde que comenzó su dolor.
Hoy las familias recuerdan con dolor lo vivido, con impotencia por la justicia.
Yó recuerdo mi paso por el lugar con recogimiento, sensible por ser padre, impotente por el abuso de autoridad y con las esperanzas de renovar nuestro ejercito, devolviendolo a su pueblo.

1 comentario:

Alex Lagos dijo...

Cada vez que recuerdo esto me da mucha pena. Fueron días de mucho dolor, aún cuando no tengo familia involucrada pero da una pena tremenda lo que les pasó a estos muchachos.
Salu2.